Manuel Alfonso Ortells nació para luchar por la libertad. Con solo 17 años vivió el golpe de Estado contra la República liderado por Franco. Pese a su extrema juventud, en el otoño de 1936 decidió abandonar la seguridad y la relativa comodidad que le brindaba su localidad natal, Hospitalet de Llobregat: "Aproveché que la Columna Durruti se encontraba en Barcelona, descansando en la retaguardia después de pasar varios meses combatiendo. El día que regresaban al frente me marché con ellos, sin decirle nada a mi familia", solía contar entre risas. Durante la guerra resultó herido en el frente y alcanzó el grado de teniente. Ya completamente restablecido tuvo que huir a Francia, en febrero de 1939, para escapar del imparable avance franquista.
Ni siquiera en los últimos años de su vida Manuel pudo olvidar el maltrato que él, junto al medio millón de españoles exiliados, recibió en aquellos días por parte de las autoridades democráticas francesas. Pasó varios meses encerrado, con miles de excombatientes republicanos, en los campos de concentración de Vernet y Septfonds. A finales de 1939, "para huir de aquella miseria y poder comer un poco más", se alistó en una de las Compañías de Trabajadores Españoles creadas por el Ejército francés para defenderse de la ya más que previsible invasión alemana. Los peores pronósticos se confirmaron y en junio de 1940 las tropas de Hitler ocuparon todo el país y capturaron a Manuel Alfonso junto a varios miles de españoles y centenares de miles de soldados franceses, británicos, holandeses y belgas.
Manuel Alfonso fue a parar al campo de prisioneros de guerra de Estrasburgo donde debería haber pasado el resto de la guerra junto a los cautivos del resto de naciones ocupadas. No fue así porque Franco, a través de su cuñado y ministro de la Gobernación Ramón Serrano Suñer, pactó con Hitler que todos los españoles fueran sacados de esos campos para prisioneros donde se respetaban, más o menos, los derechos humanos, y fueran enviados al campo de concentración de Mauthausen. "Franco nos condenó a muerte y estuvo contento de no tener que hacerlo él; ya lo hicieron los alemanes en su nombre", denunció Manuel hasta el mismo día de su muerte.
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